sábado, 30 de julio de 2011

SHAKESPEARE: HAMLET y JULIO CESAR

Diario El Carabobeño  Artículo publicado el: 07/12/08

Shakespeare, Hamlet y Julio César ante el infortunio

Daniel Labarca T.

No pocas razones tuvieron los ciudadanos de Roma en aquel año 44 a.C.
(709 desde su fundación) para conspirar contra Julio César.
Acostumbrados por siglos a vivir como República, en una organización
política gobernada por magistrados elegidos anualmente y encabezada por
2 cónsules, para evitar que un solo hombre tuviese demasiado poder (no
pudiendo ser reeligido hasta pasados 10 años) vieron con desagrado cómo
Julio César se hizo nombrar, con poderes especiales, (dictador) de por
vida. Además había tenido la osadía de haber llevado a Roma a su amante
Cleopatra, reina de Egipto, y a su hijo con ésta Cesareón, aumentando la
desconfianza y el malestar de los romanos, al temer la sucesión.

Había realizado reformas con claro abuso del poder y modificado el
número de senadores .Tenía a la Asamblea consigo y ante los tributos que
le presentaran estuvo latente el de la corona como rey, que lo
convertiría en emperador deshaciendo el sistema republicano. Es así como
el 15 (idus)de  Marzo de ese año 44 aC, día en que esto se propondría al senado,
 se produce la rebelión y su muerte, en que estuvieron involucrados más de 60
conjurados encabezados por Casio, Brutus y Casca, según ha quedado
reseñado por los grandes historiadores de la antigüedad: Suetonio y Plutarco.

De  este último  William Shakespeare (1564-1616) toma la
fuente para su obra teatral "Julio César" representada hacia 1600, de la
cual reproduciremos unas líneas, pero antes permítaseme referirme al
genial escritor inglés en una de sus obras más conocidas: Hamlet. A este
príncipe danés el espectro de su padre asesinado le conmina a tomar
venganza e insiste en que le recuerde (¡Remember me!), sin embargo
Hamlet duda y es hasta la primera escena del Acto III en que dice su
famoso monólogo en que plantea pasar a la acción:

"¡Ser o no ser: he aquí el problema! Qué es más noble para el espíritu:
sufrir los golpes de la insultante Fortuna, o tomar las armas contra un
mar de calamidades y, haciéndoles frente, acabar con ellas?...

Porque ¿quién soportaría los ultrajes y desdenes del mundo, la injuria
del opresor, la afrenta del soberbio,...las tardanzas de la justicia,
las insolencias de los que mandan y las vejaciones que el hombre
paciente y de mérito recibe del hombre indigno, cuando uno mismo podría
procurar su reposo con un simple puñal?

¿Quién querría llevar tan duras cargas, gemir y sudar bajo el peso de
una vida fatigosa, si no fuera por el temor de un algo después de la
muerte...temor que confunde nuestra voluntad y nos impulsa a soportar
aquellos males que nos afligen, antes que lanzarnos a otros que
desconocemos? Así la conciencia hace de todos nosotros unos cobardes..".

Pasemos ahora al "Julio César" en la 2º escena del Acto I donde Bruto y
Casio inician la conspiración contra César, en sus esfuerzos por
preservar la República de la amenaza latente y el temor de que éste se
convierta en rey.

Bruto: "Otra aclamación, esos aplausos son por nuevos honores tributados
a César".
Casio: "¡Claro! Él se pasea por el mundo, que le parece estrecho, y
nosotros... sometidos. Los hombres son a veces dueños de sus destinos y
no culpemos a la mala estrella de nuestras faltas. ¿No somos nosotros,
que nos dejamos someter? ¡...qué vergüenza para nuestra época!".

Más adelante Bruto dice: "Preferiría ser un aldeano a llamarme hijo de
Roma en las indignas condiciones del presente".

Escena 3ª:
Casca: "Se dice, de hecho, que mañana los senadores coronarán a César
como rey..." y después continúa: "Cada esclavo tiene en su propia mano
el poder para abolir su cautiverio".
Casio: "¿Por qué ha de convertirse César en tirano? Bien se me ocurre
que no se atrevería a ser un lobo, si no viera a los romanos como
ovejas; ni sería un león de no ser éstos tan mansos".

En el Acto II. Escena 1ª
Bruto: "El abuso de la grandeza viene cuando en ella se separa el
remordimiento del poder".

En el Acto III. Escena 2ª, Shakespeare muestra lo cambiante de las masas.
Ante la confusión por lo sucedido, los ciudadanos piden una explicación:
"Queremos una razón -dicen- por la muerte de César", para lo cual Bruto
sube a una tribuna para defender su causa y dice:
 "Si un amigo me preguntase ¿por qué Bruto se alzó contra César?, ésta es mi
contestación:

"No porque amaba a César menos, sino porque amaba a Roma más.
¿Preferiríais que César viviera y morir todos esclavos a que esté muerto
César y vivir en libertad?... Lágrimas hay para su afecto, júbilo para
su fortuna, "honra para su valor y muerte para su ambición".

Los ciudadanos aclaman a Brutus dándole vivas y dicen: "César era un
tirano. Es una bendición que Roma se lo quitara de encima".

Pero entonces interviene Marco Antonio, el mismo al que Shakespeare le
hará decir años más tarde ante la pregunta inquisitoria de Cleopatra:
"Dime, ¿cuánto me amas?". "Es una miseria el amor que puede ser
calculado".

Marco Antonio hace un pequeño discurso con fina ironía  
para dar un vuelco completo a las palabras de Brutus y convence
a la multitud de que con César han hecho una gran maldad.
Un ciudadano exclama: "Me temo que su lugar lo ocupe uno peor".
Y Antonio remata con la expectativa de leer el testamento dejado por César,
ante la cual los ciudadanos, ya con otra actitud, exclaman: "¡Traición! ,son unos canallas y asesinos (refiriéndose a Brutus y a Casio). ¡Lean el testamento de una
vez!...

Casio: ¡Cuántas veces los siglos venideros verán representar nuestra
sublime escena en países y lenguas que aún no han nacido!

Bruto: ¡Cuántas veces no será un espectáculo ver al César desangrado,
reducido a polvo, como ahora, a los pies de la estatua de Pompeyo!

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