viernes, 18 de febrero de 2011

El Marxismo no es el camino.

EL MARXISMO NO ES EL CAMINO
Daniel Labarca T.
“Porque de buenas intenciones está empedrado el infierno”

Se nos quiere hacer ver de una manera engañosa e infantil que los únicos
interesados y preocupados por los derechos de los desposeídos, de las clases trabajadoras y sus conquistas, son los socialistas y marxistas. Si bien eso pudo ser cierto en un momento de la historia, el mismo desarrollo social, político e histórico de los pueblos originó un replanteamiento de sus propios términos y ahora ya no lo es. Propuestas sociales y económicas reinvidicativas fueron incluidas en los partidos políticos mundiales del siglo XX aludiendo el concepto socialista, desde el fascismo, el nazismo (nacional-socialista), hasta los de acá en Venezuela en los años 40: AD(social demócrata) y Copei(social cristiano): todos ofrecen mejoras y bienestar al pueblo, pero sobre todo opino que “se `puede tener sensibilidad y preocupación social sin ser marxista ni socialista, ni pertenecer a partido alguno.

En la polémica obra “LA SOCIEDAD ABIERTA Y SUS ENEMIGOS(1945) del reconocido filósofo y pensador austríaco KARL POPPER (1902-94) se expone en el Cap.13: “que no puede dudarse del impulso humanitario que impulsó a Karl Marx (1818-83), reconociéndose su sinceridad basada en su deseo de ayudar a los oprimidos” Con gran talento teórico dentro de una educación influenciada por el filósofo Hegel (influencia corruptora, según Popper) se dedicó a forjar, lo que él suponía, eran las armas de lucha para mejorar la suerte de la mayoría de los hombres. Su pensamiento, producto de su tiempo, mediados del siglo XIX, estaba basado en una actitud historicista (tendencia filosófica que interpreta la realidad humana como producto de la historia) que llevó también al original economista inglés John Stuart Mill (1806-73) a decir que “el problema fundamental de la ciencia social consiste en encontrar la ley por la cual un estado dado de la sociedad produce el estado siguiente que pasa, así, a reemplazarlo”. Todavía estaba fresco el recuerdo de la revolución francesa y sus secuelas de 1848 con oleadas de manifestaciones populares en Europa. Marx pensó que todo aquello no pudo ser organizado ni realizado por la razón humana sino que fue un producto natural evolutivo. Esa concepción de la historia lo llevó también al convencimiento de que “debía existir una ciencia social que produjese la profecía histórica, por lo que el curso principal de la historia debía hallarse predeterminado, y ni la razón ni la buena voluntad tendrían facultades para alterarlo, entonces, todo lo que quedaba por hacer era asegurarse sobre cuál sería el curso de ese desarrollo, al pronosticar los cambios y revoluciones sociales”, lo que expresó en su monumental obra “El Capital” cuyo primer tomo se publicó en 1867.En ella plantea que, “que el trabajo es la fuente exclusiva del valor de las mercancías”, tesis que ha sido constantemente cuestionada.

Marx afirmaba “que toda revolución social se desarrolla así: las condiciones materiales de la producción crecen y maduran hasta que comienzan a entrar en conflicto con las relaciones sociales y jurídicas, rebasando sus límites y estallando”, porque, para él, jamás se originan relaciones nuevas dentro de la superestructura antes de que las condiciones materiales hayan alcanzado la madurez dentro de esa misma vieja sociedad. (cuestión que, ahora, bien sabemos no es así). El, entonces, llegó a determinar que la sociedad avanza hacia el comunismo y los abusos del capitalismo aceleran su avance, profetizando que en las próximas décadas (finales del siglo XIX) se daría una revolución en los países altamente industrializados donde la producción era el factor predominante como Inglaterra y Alemania. Sin embargo, es por ello que se dice que es prácticamente imposible identificar la revolución rusa con la profetizada por él, debido al atraso en que vivía el pueblo ruso en ese entonces (1917).

Para Karl Popper: “Karl Marx pese a todos sus méritos, fue un falso profeta y su principal acusación es que haya conducido por la senda equivocada a poderosas mentalidades, convenciéndolas de que la profecía histórica era el método científico indicado para la solución de los problemas sociales, apoyado en un determinismo rígido”( según lo cual todo acontecimiento esta causalmente determinado por la cadena causa-consecuencia) y añade:“no hay razón para creer que entre todas las ciencias sea la ciencia social la única capaz de revelarnos el futuro”. Para Popper el marxismo es un método y no una doctrina, que ni siquiera proporcionó las bases para una política económica en el comienzo de la revolución rusa (como lo reconoció Lenín) y podemos añadir, que las que posteriormente proporcionó, fracasaron con el desmembramiento de la Unión Soviética (1991), ni tampoco sirvieron para la revolución cubana, ya que independientemente de las polémicas declaraciones del mismo Castro, (8/9/2010) han sido un fracaso a la vista del mundo.

En el mismo año de 1848 en que Marx y Engels publicaron su “Manifiesto Comunista”, donde planteaban la expropiación de empresas y de tierras, el mencionado John Stuart Mill, publicó en Londres su “Principios de Economía Política” donde defendía la asociación empresarial y la libertad de asociación obreras como aspecto fundamental de la solución social entre el sistema productivo capitalista y las condiciones sociales de los trabajadores, junto a otras originales ideas para su época, sin el traumático planteamiento comunista.

En “La Sociedad abierta y sus enemigos” Popper nos recuerda un pensamiento del influyente intelectual estadounidense Walter Lippmann: “los colectivistas sienten el afán del progreso, la simpatía hacia los pobres, se consumen en un ardiente sentido de lo que está mal y se impulsan hacia grandes acciones, cualidades que han faltado al liberalismo en las últimas épocas, pero su ciencia se basa en un profundo malentendido y sus acciones son profundamente destructivas, destrozando los corazones de los hombres, dividiendo sus mentes y presentándoles alternativas imposibles”, lo cual me hizo recordar al gran novelista húngaro Sándor Márai en su obra “Tierra,Tierra” donde refiriéndose a los comunistas expresa “porque se apoderan de la personalidad y del alma de las personas, al aniquilar su condición humana, su espíritu, su carácter y su individualidad” expuesta en el artículo, con mi firma: “En comunismo no hay libertad” de CUADERNOS número 19, pag. 16, publicación de profesores de la UC.( www.cuadernos.org.ve )

Gracias a un trabajo del Prof. Frank López de la UC titulado:”La banalidad del pensamiento marxista” también en “Cuadernos” pag. 15 del Nº22, pudimos conocer que entre los importantes filósofos contemporáneos críticos a Marx, se encuentra el francés Jean Baudrillard(1929-2007) quien sostuvo ya en los años sesenta que “el marxismo había quedado desactualizado, porque la nueva base del orden social era el consumo y no la producción”, el alemán Jurgen Habermas(1929-) quien critica a Marx por “reducir la praxis humana solamente al trabajo como eje de la sociedad en detrimento de otros componentes de su praxis como la interacción medida por el lenguaje” ya que para Habermas “es imposible pensar en un cambio social desde el campo del trabajo, pues este debe darse en un ámbito de la comunicación y del entendimiento entre los sujetos”. Por último el húngaro György Márkus(1934-) sostiene que al modelo de producción de Marx le falta la idea del consumo, ya que la fabricación de la mercancía se complementa con la necesidad de quien la consume. En otras palabras lo que determina el valor de las mercancías no es la producción, sino el mercado!


A pesar de que estos temas no son de mi especialidad y a falta de que los estudiosos sobre esta materia se pronuncien para orientar a la colectividad sobre las verdaderas implicaciones negativas y coercitivas del marxismo- comunismo, y con el permiso de personalidades a quienes les incomode que se mencione a Marx sin no haberle dedicado, como ellos, parte de su vida, me he permitido ofrecer a los lectores, en este y en anteriores artículos de opinión, algunas conclusiones y análisis de importantes intelectuales y filósofos que se han opuesto a esas ideas que van a detrimento de los derechos del individuo, de su libertad y sus propiedades, para que ayuden a despertar, como un campanazo de alerta, ante la ceguera de una porción de la población. Uno se pregunta: ¿ cómo puede creerse que un planteamiento que aunque fue hecho indudablemente con toda solidez y rigurosidad, para el acontecer social de mediados del siglo XIX, puede tener cabida en nuestro mundo del siglo XXI, cuando ya el siglo pasado cambió radicalmente los paradigmas de todos los siglos anteriores!

“El Manifiesto comunista” de Marx y Engels iniciaba entusiastamente con “un fantasma recorre Europa” pero resulta que ya no lo recorre, porque los pueblos que lo han conocido a través de sus fatales ejecutorias lo detestan. Sin embargo, ahora, algunos soñadores de esa utopía pretenden que recorra a Venezuela porque muchos todavía no saben que es un fantasma engañoso y maligno.

Valencia, Septiembre de 2010

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